Entre mayúsculas y minúsculas: las siglas y los acrónimos
Cuando las letras se convierten en palabras (aunque no siempre lo notes): las abreviaturas que aportan agilidad a la escritura.
Imagen de Susan Sewert en Pixabay
Hojeas un periódico, una publicación en internet… y, de pronto, te atropella un desfile de: ONU, I+D, pyme, TAC… ¿Te suenan familiares, verdad? Son tan comunes que a veces ni nos detenemos a pensar en lo distintas que pueden ser, pese a compartir el abreviar y agilizar nuestro discurso y nuestros escritos.
Y sí, hoy quiero invitaros a explorar las siglas y los acrónimos: esas palabras que usamos a diario—en correos, noticias, redes sociales, presentaciones—y que enriquecen el lenguaje, permitiéndonos economizar palabras al simplificar conceptos largos, sin detenernos a pensar, en la gran mayoría de las veces, de qué tipo son ni qué reglas los rigen.
Y es que, aunque ambas son formas de abreviar expresiones más largas, no son exactamente lo mismo.
Primero de todo, empecemos por lo básico:
¿Qué es una sigla?
Una sigla es como un atajo lingüístico: tomamos las letras iniciales (o casi) de una expresión larga y las juntamos para crear una palabra más corta.
Por ejemplo, ONU por Organización de las Naciones Unidas u ONG que corresponde a organización no gubernamental.
Las siglas nos permiten referirnos de forma abreviada a nombres de instituciones, organizaciones, objetos, etc., que usamos con frecuencia, para no tener que repetir la expresión completa cada vez. Su uso es puramente práctico: permite que no tengamos que repetir nombres largos cada dos por tres. Y no hace falta deletrear mentalmente su desarrollo completo: sabemos lo que significa y punto.
Para formar una sigla, solemos tomar las iniciales de las palabras más importantes de la expresión, es decir, los sustantivos y adjetivos. Normalmente, se omiten los artículos, las preposiciones y las conjunciones, a menos que sean esenciales para que la sigla se entienda bien; como pasa con MSF para Médicos Sin Fronteras.
Hay siglas que se pronuncian letra por letra (FBI, CD, TV) y otras que, por su configuración, se pueden leer como una palabra. Ahí es donde entran en juego los acrónimos.
¿Y qué es un acrónimo?
Un acrónimo es un tipo especial de sigla.
De hecho, es esa sigla que, por su forma, se puede pronunciar como si fuera una palabra normal.
Es el caso de OTAN o UNESCO, que no pronunciamos letra a letra, sino tal cual: /otan/, /unesco/.
La principal diferencia con las siglas radica en que estas últimas se leen deletreando cada letra (O-N-U), mientras que los acrónimos se leen como una palabra (onu).
Es interesante observar cómo algunos acrónimos, con el tiempo, se integran tanto en el lenguaje que llegan a considerarse palabras comunes. Esto sucede con términos como láser (light amplification by stimulated emission of radiation), radar (radio detecting and ranging) o pyme (Pequeña y Mediana Empresa) que ya forman parte de nuestro vocabulario cotidiano.
Además, hay acrónimos tan asentados que han dejado de percibirse como tales: radar, láser, sida, ovni… provienen de expresiones más largas —en inglés o en español— pero que ya se han naturalizado e incorporado en nuestra lengua; es por eso que se escriben en minúscula y se pluralizan con normalidad (ovnis o pymes) y llevan tilde si es necesario, como cualquier otra palabra.
Sin embargo, no todos los acrónimos proceden de siglas.
Algunos surgen por la unión de partes de palabras distintas, como conspiranoico (de conspiración y paranoico), juernes (jueves + viernes) y viejoven (viejo + joven). Estos también son acrónimos, aunque se alejan bastante de los institucionales y presentan una estructura más creativa.
Así, los acrónimos no solo nos aportan agilidad al lenguaje, sino que también reflejan su capacidad de adaptación y evolución.
El saber distinguir entre siglas y acrónimos no es solo una curiosidad: es importante Claves para usarlos correctamente
Las siglas y los acrónimos son esenciales en la comunicación moderna, pero ¿los usamos siempre correctamente? Aquí van algunas claves para su escritura y uso:
Siglas y mayúsculas:
Las siglas siempre se escriben en mayúsculas y sin puntos ni espacios: ONU, FBI o RAE.
Así que, si ves una palabra escrita completamente en mayúsculas, probablemente estés ante una sigla que aún no ha dado el salto a palabra común: ONU, FMI, DGT o RAE.
Los acrónimos, aunque inicialmente también se escriben en mayúsculas (OVNI, SIDA), cuando se integran en el lenguaje como palabras comunes, pasan a escribirse en minúsculas (ovni, sida) o con mayúscula inicial si son nombres propios (Unesco).
Por eso, si aparecen en minúsculas o con solo la inicial en mayúscula, es casi seguro que ya se han lexicalizado (Unesco, pyme, láser) y, por lo tanto, son acrónimos.
Tildes:
Aunque las siglas se pronuncien como palabras agudas terminadas en vocal, no llevan tilde: CIA se pronuncia [sía], pero no se acentúa.
Por el contrario, los acrónimos lexicalizados sí llevan tilde si corresponde, como es el caso de láser o cómic.
Plural y género:
El plural, dependiendo si estamos ante una siglo o un acrónimo, se forma con artículos o con -s final:
Las siglas no cambian en plural: decimos las ONG, no las ONGs.
Sin embargo, los acrónimos, que ya son palabras comunes, sí adoptan el plural con «s»: láseres, ovnis.
En cuanto al género, este lo define el sustantivo principal de la expresión original: la ONU (porque organización es femenino) y el FMI (por fondo, que es masculino). E incluso cuando no lo vemos, el sustantivo está ahí.
Eso sí, en casos como el AVE (Alta Velocidad Española), usamos el por una excepción fonética: como área comienza por /a/ tónica, se aplica la misma lógica que con el águila o el hacha.
Y aquí te dejo algunos recordatorios adicionales:
Si ves una palabra completamente en mayúsculas, probablemente sea una sigla no lexicalizada como DGT o FMI.
Además, recuerda, que:
No se debe dividir una sigla al final de línea con guion. PS-/OE o CD-/ROM son formas incorrectas.
Los acrónimos que ya funcionan como palabras, en cambio, sí admiten esa partición.
Y, cuando uses una sigla o un acrónimo en un texto, especialmente si no es muy conocido, empieza escribiendo la expresión completa y añade la abreviatura entre paréntesis. Para que te hagas una idea: Organización Mundial de la Salud (OMS); esto facilitará mucho la lectura y te evitará confusiones innecesarias.
El saber distinguir entre siglas y acrónimos no es solo una curiosidad: es importante tenerlo presenta para evitar errores al escribir y darle a nuestros textos ese toque profesional que puede marcar una diferencia. Así que, la próxima vez que te enfrentes a un DNI, una RAE o un UNESCO, pregúntate: ¿lo estoy escribiendo como toca?.
Al final del día, las siglas y los acrónimos condensan ideas complejas en pocas letras y nos hacen la vida más fácil. Usarlos bien no solo aporta claridad, sino que también da un toque profesional a nuestros textos.
Va, hoy te dejo una anécdota para acabar: hace muy poco, mientras revisaba un artículo para un blog, me encontré con «los TACS», sí, escrito con mayúsculas. Ya me ves a mí explicando que tac (tomografía axial computarizada) es un acrónimo lexicalizado, por lo tanto, es una palabra común que debe escribirse en minúsculas. Ahora ya sabes de dónde surgió la idea de esta publicación.😅