¿Sencillas, inglesas o latinas? Sí, va de comillas
Las comillas, los signos silenciosos que casi cuentan mejor que las palabras la emoción y el misterio al escribir.
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Alguna vez te has quedado mirando el teclado preguntándote si esa palabra va entre comillas o no, qué tipo de comillas has de usar, o si el punto va dentro o fuera de las comillas… Sí, a veces son un auténtico dolor de cabeza, pero otras ayudan a revelar todo un mundo interior al que escribe.
Porque, aunque la mayoría de las veces pasen desapercibidas, las comillas tienen vida propia, personalidad y el poder para transformar nuestras palabras.
Y es que, por mucho que parezcan inofensivas, las comillas pueden liárnosla si no tenemos claro dónde ponerlas ni para qué sirven.
Por eso, hoy vamos a descubrir el mundo de las comillas: ese pequeño universo que, sin alzar la voz, nos ayuda a contar tantas cosas.
¿Qué son las comillas y cuántos tipos hay?
Las comillas no solo sirven para encerrar palabras ajenas o destacar ideas; también ayudan con el matiz de lo que decimos.
Con ellas, podemos sugerir ironía, precisar significados, o simplemente ser más claros.
No hay un solo tipo de comillas, y esto es clave. Tenemos tres tipos, y su uso tiene una jerarquía clara, como si fueran las capas de una cebolla:
Las angulares o latinas (« »), tradicionales y recomendadas en español.
Las inglesas (“ ”), muy vistas en textos digitales o traducciones.
Las simples (‘ ’), menos frecuentes, pero útiles cuando hay que anidar varias capas.
Y para entender su jerarquía imagina que escribes una cita dentro de otra cita: primero usaras las latinas, luego las inglesas y, si la cosa se complica, las simples.
Sé lo que estás pensando: “Pero si yo siempre uso las comillas inglesas...”
Y sí, es verdad, son las más comunes en muchos teclados y las que más vemos por ahí. A veces es simplemente por comodidad —lo que está más a mano—, y otras, por desconocimiento. No pasa nada si las usas, pero es bueno saber que, normativamente, las angulares (« ») son las recomendadas y las que establece la norma.
¿Cuándo se usan?
Las comillas tienen más usos de los que seguro imaginas, y cada uno tiene su qué. De hecho, las usamos para:
Para citas textuales: Este es el uso más conocido.
Cuando queremos reproducir las palabras exactas de alguien, las comillas son nuestras aliadas.
Ejemplo: María me dijo: «No te preocupes, todo saldrá bien».
En el caso de una cita muy larga (varios párrafos), la RAE recomienda usar sangría o cursiva sin necesidad de comillas. Es una solución muy práctica para no atosigar con tanto signo un texto.
Para destacar palabras con un «toque» especial: Podríamos decir que aquí las comillas se vuelven un poco traviesas.
Las situaciones donde se usan:
Ironía o doble sentido: Cuando decimos algo que en realidad significa lo contrario.
Ejemplo: ¡Qué «listo» eres! (Cuando en realidad queremos decir que es torpe).
Palabras usadas de forma impropia o vulgar: Para marcar que no son términos que usaríamos normalmente.
Ejemplo: Se montó un «pollo» increíble en la fiesta.
Extranjerismos o neologismos no adaptados: Aunque la cursiva es la opción preferida en estos casos (y posiblemente más elegante), las comillas también pueden servir.
Ejemplo: Esa banda toca «heavy metal». (Mejor en cursiva: heavy metal).
Para mencionar un término o expresión (como objeto de comentario): Si estamos hablando de la palabra en sí, no de su significado en un contexto. De nuevo, la cursiva es la opción que más luce en textos impresos.
Ejemplo: La palabra «resiliencia» está muy de moda últimamente. (Mejor en cursiva: la palabra resiliencia).
Títulos de obras «pequeñas»: Este es un clásico. Si hablamos de un artículo de revista, un capítulo de un libro, un poema, un cuento o una canción, los títulos van entre comillas. Ojo, los títulos de obras completas (libros, discos, películas, revistas) van en cursiva.
Ejemplo: Mi poema favorito de Neruda es «Puedo escribir los versos más tristes esta noche».
Ejemplo (de obra completa en cursiva): Leí Cien años de soledad.
Comillas simples para significados: Este el uso más característico de las comillas simples (‘ ’) y es para encerrar el significado de una palabra en obras lingüísticas o diccionarios.
Ejemplo: La palabra bisoño significa ‘novato’.
Pensamientos de personajes (en narrativa): A veces, en textos narrativos, las comillas se usan para representar los pensamientos de un personaje.
Pero, para los diálogos sea de usar la raya de diálogo (—).
Cuando usamos apodos o alias
En textos más formales, si intercalas un apodo entre nombre y apellido, se usan comillas. Es un modo de mantener claridad y respeto por los nombres propios
Ejemplo: Ernesto «Che» Guevara dejó huella en más de un continente.
La puntuación y las comillas: ¿Dentro o fuera?
Dónde colocar el punto o la coma cuando hay comillas genera muchas dudas, a pesar de que la norma es sencilla:
Si el signo de puntuación forma parte del texto entrecomillado, va dentro de las comillas; si pertenece al resto de la frase, va fuera.
Sí, es sencilla… pero más veces de las que quisiéramos se nos escapa.
Así que intento aclararlo un poco más:
Punto, coma, punto y coma, dos puntos: Estos signos se colocan SIEMPRE DESPUÉS de las comillas de cierre.
Ejemplo: «No sé qué hacer», pensó. (La coma va fuera).
Ejemplo: Nos dijo «Hasta la próxima»; luego se fue. (El punto y coma va fuera).
Signos de interrogación, exclamación y puntos suspensivos: Aquí la cosa cambia. Si el signo pertenece al texto entrecomillado, va DENTRO de las comillas. Si no pertenece a la cita y es parte de la oración principal, va FUERA.
Ejemplo (el enunciado entrecomillado es una pregunta):
Me preguntó: «¿Vendrás mañana?». (El signo de interrogación va dentro porque es parte de lo que se cita).
Ejemplo (la pregunta es de quien escribe):
¿Quién dijo «Yo solo sé que no sé nada»? (El signo de interrogación va fuera porque la pregunta es sobre la cita, no la cita en sí).
La puntuación, aunque parezca un detalle menor, no lo es: puede cambiar el sentido del texto entrecomillado o hacer que este se lea —o no— con fluidez.
¿Y los diálogos?
En español, la norma para los diálogos es usar la raya (—).
Ejemplo: —Voy a ir al centro —dijo ella.
Y, aunque en inglés y en algunos textos digitales se usan las comillas para los diálogos, en nuestra lengua la raya es la norma.
Lo que solemos hacer mal
Hay ciertas normas extendidas que, imagino, son fruto de una mala interpretación del uso de las comillas o de la influencia de reglas propias de otros idiomas, y que deberías evitar:
Poner comillas a nombres propios, marcas o acrónimos: no hace falta.
Usarlas para títulos completos de obras cuando lo correcto es cursiva.
Mezclar tipos de comillas sin seguir el orden recomendado.
Usar comillas «por si acaso» sin que haya una razón clara.
Una chuleta para el uso de las comillas
Si mientras leías te preguntabas si lo recordarías todo,, aquí te dejo un resumen todo terreno:
En castellano la comilla normativa es la angular o latina («»)
No pongas espacios entre las comillas y el texto que encierran.
Usa comillas para lo que realmente aportan: citas, palabras especiales, ironías… y no para enfatizar (para eso está la cursiva).
Si vas a citar a alguien que cita a otro (anidar comillas), recuerda el orden: latinas (o angulares), inglesas (o dobles), simples:
«Mi amigo me dijo: “No te olvides de la frase ‘menos es más’”, y eso me hizo reflexionar.»
Evita mezclarlas, solo se recomienda hacerlo cuando las anidas.
Ten presente la puntuación. Recuerda: si el signo de puntuación forma parte del texto que está entrecomillado, debe ir dentro; si no, va fuera.
Revisa tu teclado: en Windows y Mac hay atajos para las comillas latinas, que te harán la vida más fácil.
A menudo subestimamos la importancia de los pequeños signos que usamos al escribir. Pero las comillas no solo encierran palabras, también encierran emociones, dudas, voces y secretos.
Y, aunque a veces parezcan que son detalles técnicos, en realidad son pequeñas aliadas en nuestra manera de contar, de comunicar, de conectar con el lector.
Las comillas no están ahí para hacerte la vida más difícil al escribir; al contrario, están para ayudarte a que se entienda mejor lo que quieres contar.
Con esta explicación se me han aclarado muchas dudas que tenía sobre el uso de las comillas, gracias por enseñarnos una vez más, Cristina.
Siempre aprendo leyéndote.
Gracias por recordarnos que escribir también es “prestar atención”.
Que las palabras no solo se dicen, también se cuidan.
Y que hasta un signo tan pequeño puede tener alma.
Desde ahora, prometo poner más cariño en cada comilla.
Ya sea para abrir un suspiro («qué belleza»),
para subrayar una idea (‘esto es lo importante’),
o para citar con respeto lo que alguien más dejó escrito.
«Las comillas no solo encierran palabras, también encierran emociones, dudas, voces y secretos»
Un abrazo desde esta orilla.